sábado, 25 de julio de 2009

BASES FILOSÓFICAS EN JOB EL CREYENTE

Presentación
Incluyo un documento casi olvidado del filósofo peruano Guardia Mayorga sobre Job El Creyente (1966). Es una valiosa fuente de reflexión aplicada a la realidad nacional y mundial y sus falsos valores. En su lectura encontramos la contradicción entre el bien y el mal, Entre la gratitud y la indiferencia. La contradicción entre el poder y la dominación de los que detentan el poder desde los tiempos bíblicos. Como afirmaba Carlos Malpica S.S., los "Dueños del Perú" siguen siendo pocos. Así en lo que va de la vida republicana todavía no se ha encontrado la fórmula jurídica que haga llegar a los excluidos, los beneficios de sus ingentes y variados recursos naturales. La inclusión social sigue siendo una realidad pendiente. Faltan valores solidarios que nos unifiquen. Por ello, problema vital para el país es el de emprender la meditación en el presente. Hay que humanizar al hombre. "El hombre es un Dios en ruinas" (Emerson). Ahora bien, mientras los políticos mientan y amasen fortuna. Mientras, haya exclusión y los prejuicios y las discriminaciones sean una realidad disimulada, consentida y efectiva las contradicciones sociales serán vigentes.. Tenemos una sociedad sin paradigmas. Todo es apariencia. Hay malos ejemplos.Desde hace décadas, la corrupción es incontrolada, sistemática y estructural.
¿Quién moraliza a los moralizadores?. La moral y la política  se han mercantilizado. La mentira está de moda. Por eso, la lectura de Job "El Creyente" es significativa. Es actual. Su mensaje será de mucho valor para mejorar nuestra forma de ser y tener valores. Como sostiene César A. Guardía Mayorga:"Los hombres, aún convertidos en espíritu , nunca se sienten satisfechos, no reconocen meta definitiva y siempre desean algo nuevo o mejor". La vida como en Job, es también sacrificio y esperanza.
JOB EL CREYENTE
César A. Guardia Mayorga
En los tiempos remotísimos, la rivalidad de Jehová y Satanás no era tan enconada e insalvable como ahora. Jehová había arrojado a las profundidades del Infierno a su más querido y bello hijo Luzbel, convertido ahora en Satanás, porque no podía tolerar que se produjesen desórdenes en las regiones celestiales. Allá como aquí lo principal es mantener el orden y la autoridad. Pero en el fondo no dejaba Jehová de conservar un sentimiento de afecto hacia el hijo rebelde, como padre misericordioso y bueno que era. Tampoco dejaba de admitir la rebeldía que él mismo le había transmitido por herencia. Más todo había que silenciarlo para no despertar suspicacias, recelos y dudas entre las demás criaturas celestiales que podían seguir el mal ejemplo. Los seres rebeldes son los tipos más admirables de la creación y el hombre sumiso tiene mucho de animal domesticado, de oveja de rebaño, de esclavo. El propio Jehová no dejaba de mortificarse ante la eterna sumisión de los seres celestiales y de los seres terrenos; pero era conveniente conservarla, porque los seres rebeldes son también los más peligrosos para mantener el orden. Los gobernantes admiran la rebeldía en silencio, pero prefieren el reinado de la sumisión. Por lo dicho, estaba permitido en aquellos antiquísimos tiempos que el Rey de los Infiernos visitase al Rey de los Cielos, para platicar de cuando en cuando sobre los problemas del mundo y de los hombres, con la misma cordialidad con que conversan los Ministros de Relaciones Exteriores de dos potencias rivales. Así aparece en el libro de Job, del cual no se puede dudar porque la Biblia es el sumun de las verdades eternas. Por eso todos tienen que acatarla en todos los tiempos, o pena de caer en desgracia y sufrir en la tierra y sufrir en la otra vida eternamente.
Cierto día, de esos tantos que transcurrieron después de la creación dejando tantas huellas en el Libro Sagrado, comparecían los ángeles ante Jehová, como de costumbre. Bellos seres alados, de tez blanca, ojos azules y cabellera rubia y ondulada, como una parvada de palomas moviendo lentamente sus lindas cabecitas de uno a otro lado y lanzando sus miradas inocentes hacia el infinito. Entre ellos venía Satanás, como un lunar negro sobre una piel blanca. Batía sus enormes alas de murciélago, rozando de cuando en cuando las delicadas plumas de los delicados ángeles y produciéndoles fuertes descargas escalofriantes. Sus negras pupilas se movían en todas direcciones, como ojos de espía que quisieran descubrir secretos militares en el campo enemigo. Su largo y velludo rabo ondeaba en el espacio como la cola de una cometa gigantesca y sus pequeños cuernos sobresalían sobre la monstruosa cabeza como dos pequeños pararrayos.
Jehová, que ocupara su trono celestial, más relumbrante que el propio Sol, lucía una gran capa como un inmenso diamante, y contemplaba embelesado a sus miles de ángeles, querubines, serafines, arcángeles, santos y patriarcas, que giraban y giraban incesantemente en torno suyo cantando y rezando. De pronto quedó con la mirada fija en un punto, en la dirección en que llegaban los ángeles. Casi maquinalmente cogió su larga y sedosa barba en las dos manos, frunció en seño con severidad y sintió que el corazón le latía aceleradamente. Había visto a Satanás entre sus rubias criaturas. Como Rey de los Cielos sentía repulsión por él; pero no podía olvidar que era su hijo, el más bello ser de cuantos existieron. Convertido ahora en su peor enemigo.. En estas circunstancias era necesario silenciar el corazón para que solo hablase la autoridad. Estaban presentes sus innumerables súbditos celestiales y era conveniente no expresar el menor signo de debilidad o sentimentalismo. Como nada puede permanecer oculto ante su escrutadora mirada, ya podía darse cuenta de las ideas que empezaban a surgir en las cabecitas rubias. En efecto, los bienaventurados miraban a Satanás con un sentimiento de terror, admiración y curiosidad. Sentían terror ante su monstruosa figura; sus hazañas despertaban admiración y el hecho de ser Rey de los Infiernos azuzaba su curiosidad. Los hombres, aun convertidos en espíritus, nunca se sienten satisfechos, no reconocen meta definitiva y siempre desean algo nuevo o mejor. Se aburren de la dicha y el placer con la misma facilidad con que se desesperan ante el sufrimiento. Para vivir necesitan gozar y sufrir alternativamente. Por esto, ahora que ya empezaban a sentir el hastío de la felicidad eterna, que por ser eterna no sabían si era felicidad, se preguntaban interiormente si el mundo infernal no sería mejor. Estas ideas y sentimientos no podrían seguir prosperando. Por eso, el Dios de los Ejércitos frunció más el ceño, endureció la mirada y bastó un simple murmullo de sus labios para que su voz resonase como un sordo trueno en las regiones celestiales. Los bienaventurados se sobrecogieron y elevaron nerviosamente el tono de sus canciones y alabanzas.
Satanás para quien tampoco nada permanece oculto, sonreía sarcásticamente al darse cuenta de todo lo que sucedía. Al encontrarse frente a Jehová le hizo un profunda reverencia cogiendo con la mano izquierda su rala barba, la misma que fue contestada por el Rey de los Cielos con una leve inclinación de cabeza. Luego Jehová le preguntó casi a quemarropa:
_ ¿De dónde vendrás tú?
_ Vengo dijo el rebelde de dar una vuelta a la Tierra y estoy hastiado de ver la hipocresía de los hombres que te cantan alabanzas y mascullan oraciones, mientras esconden la bolsa de dinero bajo el manto; se sacrifica al inocente sin piedad y el delincuente se ufana de sus maldades impunemente. Tus sacerdotes vestidos de oro y púrpura disimulan su soberbia con la actitud del humilde y esquilman a tu rebaño para saciar su avaricia; te queman incienso y te ofrecen sacrificio para convertirte en el fundamento de su propio poderío. Predican la paz sobre la tierra y bendicen las espadas fratricidas que sembrarán la muerte entre los pueblos.Satanás iba a continuar, pero Jehová le interrumpió bruscamente preguntándole:
_ ¿Por qué censuras vicios y maldades que tú mismo fomentas? ¿Acaso no me habéis oído clamar que no necesito de sacrificios, que el incienso es abominación para mí y que estoy cansado de las fiestas?¿Acaso no me habéis oído decir: Aprended el bien, buscad lo justo, socorrerd al necesitado, defended al débil, convertid las espadas en arados , las lanzas en haces y que ninguna nación alce una espada contra la otra?¿No eh amenazado a los sacerdotes con no escuchar sus oraciones ni recibir sus sacrificios y ofrendas si siguen con las manos manchadas?
Satanás que desde hacía tiempo quería discutirle muchas cosas, aprovechó de esta oportunidad para hacerlo, y con mucha calma empezó diciendo:
_ Mal haces en adjudicarme las debilidades de tu obra, haciendo creer a los hombres que yo soy el culpable de todo lo malo. Así me conviertes en un instrumento tuyo sin pedir siquiera mi consentimiento. Les dices que yo soy la fuente de los males, y como ya no puedes castigarme más, castigas a ellos sin culpa con penas eternas. Para ello, has convertido mis dominios en prisiones, determinando una región para cada pecado. ¿Tengo yo la culpa que así sea?.
_ Aceptando tus mentiras como verdades, contestó Jehová, olvidas que les concedí la libertad para que eligiesen entre el bien y el mal, entre tú y yo, entre el Infierno y el Cielo. Si son poseedores de este don inapreciable los hombres tienen que ser responsables de su ejército. Por eso los premios y los castigo. Si todo lo hubiese dispuesto favorablemente, ¿Qué mérito tendrían sus virtudes?
Satanás rió de buena gana, agarrándose la cabeza con las dos manos y extendiendo lentamente su largo rabo. Luego mirando hacia la Tierra replicó:
_ Tus razonamientos son divinos, pero carecen de lógica dices que concediste libertad a los hombres para que escogiesen entre el bien y el mal y concluyes afirmando que yo soy el causante de todos los males. Si tu conclusión es verdadera, ¿por qué castigar a los hombres? Si el hombre es libre, ¿por qué odias la rebeldía? Por otra parte, hablas de libertad y dices que eres omnipotente. Si es así, ¿no crees que la libertad del hombre limita tu omnipotencia? Y ya que hablas del mal y del bien, quiero preguntarte: ¿Qué es el mal y que es el bien?. Lo que para ti es un mal para mí es un bien y lo que para ti es un bien para mí es un mal. ¿Cómo entenderemos entonces? ¿Quién puede darnos la razón? ¿O es que crees que el triunfo determina el bien y el mal? Tal vez esto sea lo cierto. Si hubiese salido victorioso en la lucha que sostuvimos, mi mansión sería el Cielo y tu reino sería el Infierno; mis preceptos serían buenos y los tuyos malignos. Entonces yo hubiese dicho que todos los males y los vicios procedían de ti.
Las cosas y los seres se comportan según la naturaleza que tienen, y si el hombre procede mal, es porque el mal ya estuvo en la naturaleza que diste. Si es así, ¿Dónde está tu suprema bondad y tu perfección?. Además, tu has determinado que los hombres sufran o gocen eternamente en la otra vida por las acciones que realizan en la tierra. Y esto resulta más eficaz para consolidar tu dominio sobre ellos, que para expresar tu bondad y sabiduría. Sin embargo, me consideras la fuente de todos los males y los vicios de tus criaturas. Por todo esto puedo decirte que los hombres te adoran por el temor que les inspiras; te adoran y rezan por conveniencia y no por amor. Rezan los poderosos para conservar lo que tienen y seguir dominando a los hombres; rezan los ricos para conservar y acrecentar sus riquezas; rezan los pobres para conseguir el pan de cada día que los ricos y poderosos les niegan, y todos piensan más en el Infierno que en el Cielo, más en el castigo que en el premio. La única pureza que hay en la tierra está en los niños; pero tú has permitido que se transmita hasta ellos el pecado original sin culpa alguna, y las madres juntan sus manitos implorado tu misericordia.
Jehová sonreía de cuando en cuando ante los razonamientos de Satanás, como el padre ante las ocurrencias del hijo, y como el superior no debe rebajarse a discutir con el inferior, con pena de debilitar su autoridad, se redujo a decirle:
_ Largo e inútil sería discutir contigo sobre estos problemas y llegar a convencerte. El abogado pierde, pero no se convence; el derrotado explica su fracaso, pero no se resigna y al que cree estar en la verdad no le faltan argumentos para discutir. Pero a ti, que tan decepcionado vienes de la hipocresía de los hombres quiero decirte esta pregunta:
_ ¿Has puesto tu atención sobre mi siervo Job, varón inigualable, bondadoso, leal y fiel servidor mío? Satanás que conoce la naturaleza humana mejor que Jehová, sonrió con sorna y preguntó a su vez:
_
¿Acaso Job te sirve de balde? ¿No lo tienes a cubierto de todo mal por todas partes, así a él como a su familia, su casa y toda su hacienda?
¿No has echado la bendición sobre las obras de sus manos y has multiplicado tantos sus bienes sobre la tierra? Así cualquiera te adora y sirve. Mas extiende un poquito tu mano, toca sus bienes y verás como reniega de ti.
Jehová se sintió mortificado con el reto. Sabía que iba a sacrificar injustamente a Job, pero no quería dejar a su rival con la menor duda de que el hombre es capaz de adorarlo, sin ningún interés material. Para el poderoso, poner a prueba las cualidades de un súbdito es un premio. Por esto casi de inmediato le dijo:
_ Todo cuando posee lo dejo a tu disposición, sólo te pido que no extiendas tu mano sobre su persona. Una sonrisa de triunfo de dibujó en los labios gruesos y voluptuosos de Satanás, al mismo tiempo que escupía algunas cerdas que se le había introducido en la boca. Había conseguido llevar a su enemigo al terreno en que quería combatir, y esto ya significaba la primera victoria. El sabía que donde está el interés está el corazón; él sabía que los hombres rezan más cuanto más dinero tienen. Para los que tienen, Dios es un protector de sus riquezas, un aliado en sus luchas, un socio en los beneficios. Le temen porque pueden castigarlos, los adoran porque pueden favorecerlos. Por esto, ni parco ni tonto, se aprestó a partir. Batió sus tremendas alas negras provocando un viento arremolinado y desapareció al instante como un punto negro en el infinito. Los seres celestiales lo siguieron con la mirada, hasta que un murmullo de Jehová los hizo volver a la realidad y siguieron revoloteando entorno del Padre Celestial coreando canciones de alabanza.
Satanás fue pasando por los espacios interplanetarios, contemplando de cerca y en lejanía millones de astros que resplandecían sin cesar; o que permanecían sumidos en las tinieblas. Por fin se destacó la tierra, un diminuto punto esférico iluminado en parte y en parte oscura, que giraba alrededor del sol, aun cuando en la Biblia el libro de las verdades se dice que es el Sol el que gira alrededor de la tierra. A medida que se acercaba iba destacando sus perfiles, el verde azulado de sus océanos, el pardo negruzco de sus montañas y el verde oscuro de sus bosques. Sin vacilar un instante orientó su vuelo hacia la Idumea oriental o Arabia desierta y paró en el país de Hus, donde vivía Job rodeado de las comodidades y de todos los afectos. De inmediato empezó a actuar. Día tras día empezó Job a recibir noticias cada vez más terribles: los sabeos habían robado todos sus hermosos asnos; el fuego del cielo había reducido en cenizas sus miles de ovejas y sus centenares de pastores; los caldeos se habían llevado a sus numerosos camellos; un huracán había dado muerte a todos sus hijos.
Job escuchaba en silencio el anuncio de estas calamidades y sofrenando el dolor que le producían, se postró en tierra y adoro al Señor diciendo:
_ Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a la tierra. El Señor me lo dio todo; el Señor lo ah quitado todo, bendito sea el nombre del Señor.
Satanás rabiaba ante la despreciable mansedumbre del hombre. Era indudable que el prolongado dominio de Jehová había debilitado su natural rebeldía, como sucede con los esclavos frente a sus amos. El hábito es más poderoso que el sentimiento o la idea. Pero la rebeldía y el espíritu de libertad permanecen en la consciencia humana como la brasa en medio de la ceniza. Por eso no se dio por vencido. El conocía el corazón humano mejor que su rival. Otro día, de esos tantos que solo dejaron huellas el las páginas de la Biblia se presentó nuevamente ante Jehová, junto con miles y miles de ángeles aparentemente felices y realmente aburridos de hacer lo mismo. Al verlo, brillo la mirada de Jehová y aún hizo un intento para levantarse de su deslumbrante trono; pero su dignidad imperial reprimió este impulso. Luego ya calmado, le dijo sonriendo de satisfacción:
_ Me has incitado contra Job, varón sencillo, recto y fiel servidor mío; pero te has convencido de su fidelidad hacia mí, no obstante que le has arrebatado todo lo más preciado que tenía. Esto te está demostrando que el hombre no me admira, adora y sirve por los factores que le hago ni por el temor que le inspiro, sino por el respeto, veneración y amor que merece mi persona. Satanás disimuló su disgusto ante la pretendida victoria de su rival y por un momento permaneció en silencio con la vista baja y las alas caídas. Luego sacudiéndolas ligeramente como si quisiera desentumerecerlas, replico sin levantar la mirada:
_ El hombre dará siempre la piel de otro por conservar la suya propia y abandonará de buena gana cuanto posee para salvar su vida. Tú sabes bien que las riquezas perdidas se pueden recuperar si se conservan la vida y la salud. Si esto no te convence, extiende tu mano y toca sus huesos y su carne y verás cómo reniega de ti.
Jehová se sintió nuevamente mortificado. ¿Cómo seguir martirizando a Job, su siervo más fiel y justo? Pero las palabras de Satanás le habían despertado algunas dudas. Además, ¿en qué condición quedaría sino aceptaba el nuevo reto? ¿Qué concepto se formarían de él sus demás criaturas? Entre sacrificar a Job o menoscabar su autoridad no había proporción alguna.
Rápidamente pasaron estas ideas y cálculos por su mente ante la fija mirada de mochuelo que le dirigía su contrincante. Había que decidir de inmediato, y su respuesta no se dejó esperar cuando observó que miles y miles de miradas angelicales se posaban en él.
_ Ve le dijo, toca sus huesos y su carne, pero consérvale la vida, y verás que Job permanecerá leal a su Señor.Satanás volvió a partir a la tierra, perdiéndose como un punto negro en el infinito, a tiempo que los bienaventurados seguían absortos sin poder comprender ni adivinar el por qué de estos ajetreos.
Con toda prisa como el que tiene seguro el triunfo, el Rey de los Infiernos empezó a actuar. Atacó a Job con una úlcera que se le propagó desde los pies hasta la coronilla, de modo que sentado en un estercolero se raía la podredumbre con un casco de teja. Al verlo en este estado se fueron apartando de él sus criados, amigos y familiares, mirándolo de lejos con temor y repugnancia. Todavía su vieja mujer lo seguía acompañando durante algunos días, hasta que también terminó por abandonarlo. Fue ella la primera en protestar ante la situación en que se encontraba y ver que Jehová no hacía nada para aliviar sus males. Por eso, no pudiendo ya contenerse por más tiempo reprochó a su esposo diciendo:
_ ¿Todavía permaneces en el estúpida incredulidad? Si, bendice a Dios y muérete.
_ Si recibimos los bines de las manos de Dios, ¿por qué no recibiremos también los males?, replicó Job, pero su mujer le volteó las espaldas sin responder.
Día a día los sufrimientos eran mayores. La soledad lo obligó a volverse sobre si mismo y la conciencia del dolor aumentaba. La soledad es refugio placentero cuando se huye del bullicio de la mal compañía con la libertad de volver a sentir la mano amiga; pero resulta tormentosa cuando se prolonga y son los demás los que huyen de uno. El hombre abandonado es un ser triste, el hombre solitarios es un ser doliente.
En esta situación, la fortaleza y mansedumbre del creyente fueron llegando a su límite, y el hombre empezó a sentir el aguijón de la protesta y la tortura de la duda, Job no podía comprender como siendo tan bueno y justo podía ser víctima de tantos males sin que Jehová hiciese nada por remediarlos. Y así, dando rienda suelta a su desesperación, exclamó:
_ ¡Mal haya el día en que nací y la noche en que me engendraron! ¿Por qué no morí yo en las entrañas de mi madre, o saliendo a la luz no perecí luego?. Ahora estaría durmiendo en el silencio de la muerte y en este sueño lograría eterno repos. ¿por qué fue concedida la vida a un hombre como yo, que no ve el camino por donde anda, habiéndole Dios cercado todo de tinieblas? ¿acaso no ofrecí mis mejores corderos en los sacrificios y las más bellas flores en las ofrendas? ¿acaso no oré de rodillas cuando araba la aurora, o cuando la noche extendía su negro manto sobre la tierra? Y sin embargo, la indignación de Dios se ha desencadenado sobre mí.
Satanás que hasta entonces había permanecido mortificado ante la perseverancia de Job, sonrió alegremente. El dolor y la resignación tienen sus límites, y cuando el dolor es justificado se pierde la resignación, y cuando el dolor persiste se busca la causa.
En esto llegaron tres príncipes, amigos de Job que al tener noticias de la desgracia que lo afligía se habían puesto en marcha para visitarlo. Al verlo, los tres quedaron mas sorprendidos de las imprecaciones del creyente, que de las dolencias del amigo, cada cual se creyó con el derecho a razonar sobre sus males, reprocharlo y culparlo de pecados que jamás había cometido. Pretendieron ser más abogados de la divinidad, que amigos del hombre doliente. Y así Eliphas de Teman le dijo:
_ Tú eras antes el que amaestraba a muchos, tú dabas vigor a los agobiados, tus palabras eran el sostén de los vacilantes y tú fortificabas las trémulas rodillas de los débiles. ¿Dónde está ahora aquel temor de Dios que te servía de fundamento para todas tus opciones? ¿ dónde tu fortaleza, tu paciencia y la perfección de tu antigua conducta? Verdaderamente que al necio lo mata la cólera y al apocado le quita vida la envidia. Dichoso el hombre a quien el mismo Dios lo corrige. No despreciéis, pues la, corrección del Señor, porque él mismo hace las llagas y la sana; hiere y cura con sus manos. Reflexiona y medita en todo lo que dices y haces.
Sophar de Naamath arguyó por su parte:
_ No basta al hombre ser gran parlador para justificarse ni haber vivido en la virtud y al servicio de Dios para creer tener derecho a que el mal no le llegue.
¿ Acaso puedes comprender tú los secretos profundos de su sabiduría y las manifestaciones de su voluntad?
El conocer la vanidad y la inquietud de los hombres, y viendo sus maldades, ¿ha de pasarlas por alto sin castigarlas? El hombre necio se engríe y se cree nacido para no tener freno. Yo veo que tú has endurecido tu corazón y levantas, osado, hacia el Señor tus manos y tu voz. Le cantabas alabanzas cuando todo te lo concedía y ahora que te somete a prueba te encolerizas como el niño que se le quita el pecho entes de que haya saciado su hambre.
Baldad de Suhá terminó diciéndole:
_ ¿Cuándo acabarás, Job, de hablar vaciedades? Tú que te quitas la vida con furos y te ciegas con la vanidad, ¿ piensas que por ti quedará abandonada la tierra y serán los peñascos trasladados de su sitio? ¿Crees que por tus dolores va a cambiar el Señor sus altos designios? Si sufres es porque así lo quiere el Señor y lo sensato es que te sometas a su voluntad. ¿Cómo se puede justificar el hombre comparado con Dios, o aparecer limpio el nacido de mujer?
Job escuchaba en silencio estos fríos razonamientos, mientras rascaba con un pedazo de teja sus purulentas heridas, disimulando el dolor que se quería dibujar en su demacrado rostro. No podía tolerar los reproches de sus amigos, cuyas palabras lo herían como espinas en carne viva, porque además de ser injustas eran hipócritas. El tenía conciencia de ser un hombre bueno y justo, y no podía admitir la expiación por faltas que no había cometido; él era un creyente convencido y no podía comprender que la divinidad hubiese desencadenado tantos males sobre su débil cuerpo sin causa. ¿Qué necesidad tenía Jehová; para someterlo a esta prueba, si él leía en el corazón y su corazón era bueno? ¿Puede el padre castigar inútilmente al hijo? Por todo esto ya no pudo contener por más tiempo la calma y las palabras fluyeron airadas:
_ Dios no tiene necesidad de vuestras mentiras, de vuestra hipocresía ni de vuestras palabras de alabanzas para defender su causa. Queréis prestar un favor a la divinidad y os esforzáis en patrocinar sus decisiones creyendo con esto alcanzar su favor. Pero en realidad más os interesa vuestro propio egoísmo que la divinidad o las llagas que cubren mi cuerpo. ¿Agradará esto a Dios? ¿Agradará al prójimo?
Job tenía la razón. La verdad no necesita de abogados ni la justicia soporta razonamientos. El dolor no soporta más palabras que las que emergen del corazón. Lo que ahora quiere Job es que se le haga justicia, que se le llame a juicio para defenderse. Por eso implora:
_ Si viviendo como eh vivido, soy tratado como un impío, ¿Para qué habré abajado en balde toda mi vida? ¿Por qué, OH Dios, me juzgáis de este modo? Por ventura, ¿son tus ojos de carne? Tú me formaste con tus manos y ahora quieres despeñarme. Quisiera que mis pecados, por los cuales he merecido tu ira, se pesaran en una balanza con las calamidades que padezco, y verías que mis males pesan tanto o más que las arenas del mar. Por esto mis palabras están llenas de dolor y protesta. Por ventura, ¿rebuzna el asno montés teniendo yerba? ¿o brama el buey teniendo delante un pesebre bien provisto? ¿Cuáles son mis fuerzas para poder sobrellevar tantos males? Pusiste la debilidad en mis carnes, y ahora me sometes a una prueba que ya no puedo soportar. ¿Cuánto tendrá fin mi padecer para prometerme perseverar en la paciencia? Mi firmeza no es como la de las peñas, ni es de bronce mi carne. ¿Qué es el hombre para que tanto te interese? Tú lo formaste a tu antojo, tú le diste el título de Rey de la Creación y tú mismo lo abates como a la más miserable criatura; lo haces nacer y morir sin que él sepa por qué ni para qué; le brindas una flor y escondes la espina que debe punzarlo.
Así razonaba el hombre silenciando al creyente. Pero luego se dio cuenta que había ido muy lejos y surgió nuevamente la mansedumbre y el arrepentimiento.
_ ¿Quién soy yo –se decía- para poder hablar con él boca a boca? ¿Qué tribunal juzgará mi queja? ¿Quién, fuera de él, podrá decir si es bueno o malo lo que hago y lo que pienso?
No. En lugar de protestar o alegar ante la omnipotencia divina, preferible era implorar clemencia, rogar, suplicar, llorar. Los poderosos no admiten la protesta sino la súplica. ¿Cómo no humillarse entonces? ¿Quién era él? ¿Cómo podía él? Y para consolarse y engañarse a sí mismo, Job piensa que la debilidad consume con trabajos al inocente y al impío sin que se pueda saber la causa. ¿Cómo penetrar en los altos designios de Jehová? Y para que lo dicho no parezca blasfemia, arguye resignado:
_ ya que me nota, preferible es que me quite la vida y no dirán que las penas son de los inocentes. Si yo soy la víctima que hace falta, que se cumpla el mandato.
Pero el dolor continúa y la justicia permanece inexplicable y nuevamente aparece el hombre que duda y reprocha.
_ La Tierra –dice- es comúnmente entregada en manos del impío, el cual con las riquezas venda los ojos de los jueces que la gobiernan. Y si no es el Señor quién así lo dispone, decidme: ¿quién es?
Mientras tanto, los tres príncipes habían permanecido en silencio escuchando los razonamientos de Job sin atreverse a interrumpirlo. Ahora dirigiéndose a ellos les dice:
_ Es muy fácil hablar como habláis; es muy fácil compadecer con palabras o criticar desde un cómodo asiento, yo también podría hablar como vosotros. Más, si sufrierais como yo sufro inclinaría la cabeza silenciosamente hacia ustedes, os alentaría con mis palabras y no expresarían mis labios compasión ni reproche. Lo contrario es insulso. Vuestras palabras no mitigarán mi dolor. Habláis como consuelo y defensa para vosotros mismos. Y yo sufro sin que la iniquidad haya manchado mis manos, sin que la rectitud de mi vida se haya torcido. Entonces, ¿hasta cuándo habéis de afligir mi alma y molestarme con discursos. ¿Por qué me perseguís vosotros como si estuvieseis e lugar de Dios y os cebáis con mis carnes doloridas? ¿No es suficiente verme sufrir? Os proponéis abandonar mi pena queriendo remediarla. Todo esto no puede complacer a Jehová ni arrancar mi gratitud.
Los tres príncipes comprendieron la falsedad de su actitud y haciendo un venia se retiraron arrastrando sus ricos mantos.
Mientras tanto, Satanás se relamía de satisfacción. La creencia y la sumisión tienen sus límites. Es fácil conservarla y alimentarla cuando los bienes son propicios, cuando se quieres estar mejor o cuando se cree uno culpable; pero es difícil seguir creyendo cuando el castigo no corresponde a la falta y se ignora su causa. La razón puede justificar la creencia cuando simplemente se razona; pero si la verdad y la injusticia tocan nuestras puertas, la propia razón se encarga de refutarla. ¿El caso de Job no era un demostración? Se avecinaba, pues, el triunfo; el creyente empezaba a ceder su puesto al hombre libre.
Pero el ojo de Jehová contemplaba todo aquello desde lo alto y no podía permitir que triunfara su eterno enemigo, había que intervenir antes que la desesperación condujese a Job a renegar de él. Podía hacerlo con solo pronunciar una orden. ¿Acaso no había el portento de crear el mundo de la nada con solo desearlo y ordenarlo? Pero era preferible que el hombre reconociese su autoridad haciéndole ver su propia insignificancia. Por esto, desde un torbellino de nubes dejó escuchar su voz de trueno, dirigiéndose a Job de esta manera:
_ ¿Quién es ése que envuelve y obscurece preciosas sentencias con palabras de ignorante? Si eres tú Job, ciñe tus lomos y prepárate como varón que entra a pelear. Yo te interrogaré y tú me responderás. Dime ¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de mundo? ¿Quién eras antes de ser? ¿Quién te dio el alimento que te sustenta, la mujer que pare tus hijos, las flores que te deleitan, las luminarias que alumbran el mundo, el aire que respiras, el agua que calma tu sedo el espíritu que te hace pensar? ¡Pobre gusano de la tierra que te arrastras sin comprender el por qué de todas las cosas, sin poder explicar siquiera para que vives, incapaz de producir la más mínima partícula de materia! ¿De qué te enorgulleces? ¿de qué te lamentas? ¿Quién eres tú para pedirme explicaciones? ¿Qué te debo?
Job permaneció aterrado de espanto con la mirada fija en el cielo, como si una fuerza extraña hubiese paralizado todo su cuerpo. Ni un idea ni un juicio acudían a su mente y sus labios no podían articular ni una sola palabra. Aquello le pareció siglos y apenas habían transcurrido instantes. ¿Era verdad que veía algo o escuchaba las terribles amonestaciones de Jehová, o era su propia desesperación y temor los que le producían esta ilusión. Sea como fuese, el creyente empezó a reaccionar como quien despierta de un sueño pesado, como quien se libera de alguien que le cierra la boca, como quien surge de un desvanecimiento, y mascullo estas palabras disculpándose humildemente:
_ Señor, yo sé que todo lo puedes y que no se te puede ocultar ningún pensamiento. Me atormentó el dolor, me desesperó la duda, me mortificó la injusticia; pero ahora yo me acuso a mi mismo y hago penitencia envuelto en polvo y en ceniza. Yo te conocía de oídas; parece que te veo con mis propios ojos.
¿Qué otra cosa podía decir el creyente Job, que todo lo sabía por la tradición y nada podía explicar por sí mismo? ¿Qué respuesta podía dar a las terribles preguntas que le había formulado Jehová y a tantas otras que lo habían torturado siempre?
A él le habían dicho que Jehová creó la tierra, el Cielo, los astros, la luz, los animales, las planas y todo cuanto existe. Y él creía.
Le habían dicho que la bondad de Jehová hacía germinar la semilla, crecer la planta y producir bellas flores y los sabrosos frutos; que él había establecido las estaciones y había marcado el recorrido de los astros, y que todo cuánto existe lo había hecho en beneficio del hombre. Y él creía.
Le habían dicho que el hombre fue hecho de barro a imagen y semejanza de Jehová; que para evitar su soledad había formado a la mujer de una costilla del primer hombre para que le sirviese de compañía y consuelo. Y él creía.
Le habían dicho que Jehová premiaba a los buenos con la felicidad eterna en lo Cielos, y que atormentaba a los malos en los infiernos. Y el creía.
Le habían dicho que la humildad y la mansedumbre eran virtudes y que el poder y la sabiduría emanaban del Rey de los Cielos. Y él creía.
Es verdad que le asaltaban terribles dudas, pero no quería expresarlas porque dudar es pecar. El hubiese querido preguntar: ¿para qué creo Jehová el mundo? ¿Para qué creó al hombre con tantas debilidades y formo a la mujer que iba a producir su perdición? ¿Puede ser el hombre libre frente a la omnipotencia divina? ¿Por qué se desencadenan tantos males sobre justo y pecadores? ¿Por qué permite Jehová que Satanás le dispute las almas de sus queridas criaturas, cuando su omnipotencia podía aniquilarlo al instante y hacer que todos los hombres sean felices eternamente? ¿Por qué necesita de sacerdotes que le perecen tanto como el tigre al cordero? ¿Por qué se impone Satanás al espíritu y hasta llega a dominarlo y perderlo? ¿Es justo que por un instante de vida sufra o goza el hombre eternamente? ¿No podrá el hombre rebelarse alguna vez contra la divinidad, como se rebelaron los propios espíritus celestiales? ¿Es bueno o malo creer al margen de la razón y la experiencia? ¿Son eternos los dioses? ¿Permanecerá siempre el hombre encadenado a sus propias creencias?
Cuantas otras interrogantes le hubiesen asaltado de seguir pensando libremente. Pero él era un fiel creyente y sabía que dudar es pecar y prefirió apartarse de estos malos pensamientos.
Jehová que lee el pensamiento de sus siervos como en un libro quiso evitar que siguiese razonando en tantas tonterías y decidió intervenir nuevamente. Ya estaba satisfecho con la humildad y el arrepentimiento demostrado por Job ante sus recriminaciones. Ahora era necesario premiarlo. Comenzó increpando a los príncipes por haber tratado con dureza a su mejor siervo, y luego ordenó que se le diese más riquezas que antes y que se le dotase de salud y larga vida para que pudiese disfrutarla.
Satanás rechinaba los dientes y se mordía los labios hasta sangrarlos; sus ojos de mochuelo despedían fulgores rojos como carbones encendidos en la noche y movía su larga cola de un lado a otro de manera de latigazos. Aquellos era insoportable. Jehová había faltado a su compromiso al acudir en auxilio de Job, precisamente en el momento en que el dolor, la desesperación, y la injusticia lo conducían a rebelarse contra su divino amo. Precipitadamente batió sus tremendas alas de murciélago y se dirigió al Cielo para protestar y pedir explicaciones a Jehová. Pero al llega a las puertas doradas del Imperio Celestial, las golpeo inútilmente durante largo tiempo. El antecesor de San Pedro había recibido la orden determinante de no dejarlo entrar.
Desde entonces Satanás no volvió nunca a visitar a Jehová, prefirió seguir la lucha en la tierra disputándole las almas de los pobres hombres, que vivían sufriendo y gozando inocentemente, ignorando los designios de Jehová y de Satanás.
Desde entonces también empezaron a llegar más almas a los dominios Infernales, tantas como las hojas que caen en otoño, mientras que al Cielo ascendían tan pocas, que Jehová pudo exclamar: Muchos son los llamados y pocos los escogidos. Y el hombre siguió creyendo mientras su ignorancia no le permitía explicar tantas cosas; pero su propia razón y su propia sabiduría empezaron a minar su creencia y cada vez se sintió más libre y más poderoso. La creencia baja del cielo como las nubes; la rebeldía asciende de la tierra como el humo. Cuando más libre y poderoso es el hombre, más débiles se tornan los dioses hasta que el mundo disipe las nubes.  

Lima edición 1966
































































































13 comentarios:

Anónimo dijo...

La lectura de job el creyente me parecio una gran historia ya que se asemeja a nuestra actualidad ya que el hombre es muy convenidoentonces esta lectura nos dice que el diablo le dice a dios como sus fieles son interesados le rezan solo por conseguir algo ya sean ricos o pobres y como el diablo le dijo los ricos te rezan por ser mas ricos mientras que los pobres te rezan por tener una una pan en la mesa.Al decir eso significa que no debemos actuar de esa manera ya que nosotros debemos tener fe en dios sin que el nos de nada a cambio mientras que el mal(diablo) se aprovecha de toda nuestra inseguridad,duda y todos los sentimientos negativos el va ganando siempre debemos ser seguros de nuestras deciciones que tomemos.En conclusion debemos tomar deciciones correctas por nosotros somos dueño de nuestro propio destino y el bien y el mal existen depende de nosotros que camino tomamos.

UNIVERSIDAD:ENRIQUE GUZMAN Y VALLE -LA CANTUTA
ALUMNA: AVILA MERMA MARIA ALEXIS
ESPECIALIDAD:TURISMO Y HOTELERIA
:SECCION:T-1
CICLO:I
CORREO:marialexis09@hotmail.com

Anónimo dijo...

ALUMNA:ABREGO JAUREGUI,ANALI CRISTINA
UNIVERSIDAD ENRIQUE GUZMAN Y VALLE
SECCION_:T1
ESPECIALIDAD:TURISMO Y HOTELERIA



****LA LECTURA DE JOB EL CREYENTEEMITE UN MENSAJE MUY IMPORTANTE PARA TODOS NOSOTROS YA QUE COMO VEMOS HACE UNA COMPARATIVA ENTRE EL BIEN Y EL MAL RELACIONANDO ESTO CON LA FE PUESTO QUE JOB FUE UN GRAN LUCHADOR Y UN HOMBRE CON MUCHA FE ACEPTANDO LASPRUEBAS QUE DIOS LE DIO.
POR TANTO CREO QUE LA FE SIEMPRE DEBE EXISTIR EN EL CORAZON DE CADA UNO SIEMPRE Y CUANDO NASCA DE LA PERSONA Y NO SEA POR CONVICCION.
:) ...............................

adrianbk03 dijo...

El mensaje es claro uno debe seguir a dios sin importar los males o bienes pero dios cometió el más grande error del mundo le dio al hombre un ser imperfecto, incapas de decidir por sí mismo lo mejor para todos la habilidad de el libre albedrio , es decir le dio poder ilimitado a Satán para influenciar al hombre a su camino y alejarlo del de dios.

Unknown dijo...

Me parece muy interesante la lectura y muy bonita, habla de la realidad de todo hombre. Que cree en dios solo por miedo a ir al infierno, como dice el dicho: cara vemos corazón no sabemos.es cierto que hay personas que aparentan ser diferentes, así como los curas o las religiosas, pero ocultan cosas malas, pero lo bueno que hay personas como Job que si son creyentes. De corazón y eso nos hace razonar y pensar, que debemos agradecer por lo que nos toca. O nos da la vida. Creer en jehová sin miedo..


pedagogico san marcos:
MAXIMA LIZANA MENDIVEL
Inicial "C"

Stephany Rodriguez dijo...

La lectura de Job nos hace reflexionar ya que en la actualida vivimo muchas veces fijandonos en lo material y pocas veces buscamos una enseñanaza para nuestra persona y es que la sociedad nos a vendido una imagen materialista.
Job tambien nos expresa que en la vida a pesar de las circunstancias no debemos dejarnos vencer y siempre luchar por conseguir nuestros objetivos en la vida ya que el camino hacia el éxito no es facil y debemos de caer varias veces para poder conseguir el éxito.
UNE- ESPECILAIDAD:GASTRONOMIA
ALUMNA:Rodriguez Chumpitaz Stephany Geraldine

SALOMON VASQUEZ PEREZ dijo...

la lectura de job el creyente es muy buena e importante para todos( los que creen en dios como los que no creen)que no debemos echarle la culpa a nadie de lo que nos sucede por que estamos acostumbrados a culpar de todo lo que nos sucede mal a DIOS,pero en esta lectura refleja la nobleza de job que tenemos que tomarlo como ejemplo y por mas mala sea la situación en la que nos encontremos aprendamos a salir adelante y dar gracias a Dios por que lo que nos sucede.
UNIVERSIDAD: ENRIQUE GUZMÁN Y VALLE - LA CANTUTA
ALUMNO: SALOMÓN VÁSQUEZ PÉREZ
ESPECIALIDAD: GASTRONOMÍA
CICLO: I

Dayana Alvites dijo...

El mensaje es claro uno debe seguir a dios sin importar los males o bienes.. este ejemplo es una muestra de fe que Job nos dió, y debemos seguir este ejemplo, siempre teniendo fé en Dios, el lo puede todo, aunq el diablo este presente en nuestras vidas, aunq por culpa de el nuestra vida aqui en la tierra este llena de peligros, muertes, nO perdamos la fé,porque "DIOS EXISTE"y si confiamos en el nuestra vida cambia gracias al amor q el nos tiene y q nosotros le tenemos a el!


"Universidad Enrique Guzman y Valle"

Especialidad: Gastronomia
Atte: Dayana Alvites
seccion: G-1

herimac dijo...

Esta lectura de job el creyente a mi parecer es algo realista que sucede en la actualidad , muy poca gente como job hay en esta tierra , que a pesar de todas sus desgracias cree en el de arriba, se aferro a esa esperanza de compadecimiento de parte del sr. y eso es algo que no deberia perderse nunca la "esperanza".lo que conlcuyo es de que tenemos que ser fieles al sr. desinteresadamente asi como en la lectura dice:que el nos da escojer entre hacer el bien o el mal eso depende de cada uno ... uno puede marcar su destino si se proponer ser un hombre de bien o mal.
UNIVERSIDAD:ENRIQUE GUZMAN Y VALLE -LA CANTUTA
ALUMNO: Hector Loardo Aguirre
ESPECIALIDAD:Gastronomia
SECCION:G-1 "(G-2)"
CICLO: I
CORREO:hector_hrla_10@hotmail.com

herimac dijo...

Esta lectura de job el creyente a mi parecer es algo realista que sucede en la actualidad , muy poca gente como job hay en esta tierra , que a pesar de todas sus desgracias cree en el de arriba, se aferro a esa esperanza de compadecimiento de parte del sr. y eso es algo que no deberia perderse nunca la "esperanza".lo que conlcuyo es de que tenemos que ser fieles al sr. desinteresadamente asi como en la lectura dice:que el nos da escojer entre hacer el bien o el mal eso depende de cada uno ... uno puede marcar su destino si se proponer ser un hombre de bien o mal.
UNIVERSIDAD:ENRIQUE GUZMAN Y VALLE -LA CANTUTA
ALUMNO: Hector Loardo Aguirre
ESPECIALIDAD:Gastronomia
SECCION:G-1 "(G-2)"
CICLO: I
CORREO:hector_hrla_10@hotmail.com

FRANS dijo...

veer

max carlos cajahuringa marquez dijo...

Alumno: Cajahuaringa Marquez Max Carlos
Universidad: Enrique Guzmán y Valle
Sección: G – 1
Especialidad: Gastronomía


Bien algunas personas afirman creer en Dios pero lo único hacen es tomar el nombre de Dios para obtener algún beneficio, suben a los carros diciendo amar a Dios pero lo único que realizan son tomar el nombre de Dios como un negocio, así miro Satanás a Job pensó que el era como esas muchas personas, y reto a Dios, y Job mismo Demostró que no que si hay personas realmente que si creen en Dios y visualizan que las cosas que le pasan ya sean buenas o malas son por algo. Muy buena lectura.

pamela dijo...

La lectura de Job el creyente nos enseña a tener paciencia, perseverancia, esperanza y fe hacia Dios apesar de las adversidades que puede tener uno en la vida siempre; uno sale vencedor asi como Job cuando nunca deja de perder la fe hacia Dios teniendo paciencia, perseverancia y esperanza en todo tiempo; es por eso que Dios vio a Job que era un hombre perfecto y recto ante Dios y apartado del mal.Nos da una gran reflexion esta lectura y un animo de vivir la vida aunque hay muchas adversidades en la vida pero debemkos de superarlas.

Unknown dijo...

la lectura de job nos habla de la pruba de lealtad, que a pesar de estar sumergido en la extrema pobreza y muy enfermo el era leal a jehová .
job el creyente nos enseña afrontar las adversidades de la vida ha ser fieles creyentes de jehova por que el es amor y vida.

  LA CRISIS FILOSÓFICA (* )                                                         José Carlos Mariáte...